El Aula Magna del Aulario de Guajara de la Universidad de La Laguna acoge desde hoy, miércoles 7 de noviembre, y hasta mañana día 8, el Simposio sobre Adicciones 2012. El ponente inaugural fue el catedrático de la Universidad del País Vasco Enrique Echeburúa, que disertó sobre un problema emergente en la sociedad actual: la adicción a Internet. Este simposio está organizado por el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, la Dirección General de Atención a las Drogodependencias del Gobierno de Canarias y la Asociación de Cooperación Juvenil San Miguel Adicciones. Ver videonoticia
En el acto de apertura estuvieron presentes el decano de la Facultad de Psicología, Pedro Avero; el director general de Salud Pública del Gobierno de Canarias, José Díaz-Flores; la presidenta de la Asociación de Cooperación Juvenil San Miguel Adicciones, María Rosa Acosta; y el presidente del congreso universitario, el profesor Juan Manuel Bethencourt.
El director general de Drogodependencia alabó que el simposio adopte un enfoque integral del problema al no hablar sólo de drogas, sino de adicciones en general. Asimismo, reflexionó sobre la necesidad de apostar por el conocimiento como herramienta para abordar ciertos problemas. “Estamos en unos momentos difíciles y ahora mismo solamente se habla de objetivos y eficiencia económica, olvidando que también debemos considerar los terapéuticos y asistenciales”.
El decano de la facultad recalcó que un acierto de las políticas sobre adicciones en Canarias es que “se han incardinado eficientemente de manera multidisciplinar”. El propio simposio es una muestra de ello, pues no contará solamente con investigadores sino con los profesionales que tiene que lidiar día a día con este problema. Avero recordó que las adicciones se dan en el segmento de edad más productivo y, en ese intervalo, es la segunda causa de mortalidad más alta, después de los accidentes de tráfico.
Adicción a Internet
Tras el acto inaugural, el catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco Enrique Echeburúa dictó la conferencia inaugural, centrada en el uso abusivo de Internet. En primer lugar, el experto quiso recalcar que no conviene “psicopatologizar” las nuevas tecnologías, puesto que éstas son positivas y facilitan mucho la capacidad de información y de desarrollo. Así, solamente un 5% de la población hace un uso excesivo o adictivo. “Es una tasa de prevalencia alta, pero quiere decir que el 95% hace un uso adecuado de la red”.
Las redes sociales se han popularizado porque, además de factores recreativos, permiten una mayor visibilidad social, pues facilitan adquirir una identidad ante el grupo e incluso volcar las propias emociones. “Antes estaba la costumbre de escribir un diario para recoger los pensamientos íntimos, y ahora se hace en las redes porque propician una desinhibición ausente en las relaciones sociales cara a cara.”
A Echeburúa le preocupa especialmente la confusión que las redes pueden ocasionar entre las esferas de lo público, lo privado y lo íntimo, tres planos que los adultos equilibrados delimitan claramente, pero que los adolescentes y personas inmaduras mezclan. “Es algo generalizado en las redes sociales, donde se comentan cosas que a lo mejor no deberían comentar, y se amplifica si lo hace alguien con componentes narcisistas”. Otro riesgo es la posibilidad de crear una identidad ficticia: “En las redes sociales se miente mucho”, sentenció.
El ponente quiso encuadrar el problema en el marco general de las adicciones, para lo cual recordó que ciertas conductas cotidianas pueden ser potencialmente adictivas, sobre todo las que son placenteras: sexo, comida, juego, comparas, móvil o Internet.
Explicó que una conducta se vuelve peligrosa cuando se pierde control sobre ella. En el caso de la red, un ejemplo sería aquella persona que está conectada más tiempo del que tenía previsto e incluso le resta horas al sueño para poder seguir en línea.
Otro indicador del peligro se produce cuando existe una dependencia psicológica a la conducta adictiva. Es decir, cuando una persona que no está navegando por la red piensa en llegar a casa para poder hacerlo, se pierde el interés por otras actividades que antes resultaban gratificantes y, en general, se produce una interferencia grave en la vida cotidiana
Hay casos en los que la adicción a Internet está relacionada con otros trastornos: depresión, fobia social, consumo de drogas, trastorno de personalidad. También hay que distinguir al adicto “a” Internet del adicto “en” Internet, es decir, quien utiliza la tecnología de manera instrumental para dar salida a una pulsión concreta.
Al ser un problema reciente, aún no existen suficientes estudios clínicos que permitan establecer unos factores de riesgo, si bien Echeburúa habló de algunos rasgos psicológicos de predisposición que son específicos a varias adicciones: búsqueda de sensaciones; impulsividad; autoestima baja; introversión alta; un afrontamiento de los problemas inadecuado que conduzca al escapismo mediante la bebida, las drogas o la red; y factores de vulnerabilidad emocional, como un estado de ánimo disfórico, carencia o pérdida de afecto, cohesión familiar débil, o pobreza de relaciones sociales reales.
Tampoco hay todavía un tratamiento psicológico validado para esta adicción. Para ciertas adicciones, como la ludopatía, las drogas o el alcohol, Echeburúa se posiciona entre los defensores del tratamiento basado en la abstinencia. Sin embargo, para problemas como la adicción a Internet, al sexo o los trastornos alimentarios, prefiere abogar por un enfoque que propicie un consumo controlado, puesto que es imposible buscar la abstinencia total.
El ponente señaló algunos signos que pueden alertar sobre una posible adicción: mayor irritabilidad, aislamiento social, malas notas, trastornos de sueño, o reducción de actividades de ocio. Como factores de prevención, aconsejó limitar el tiempo de conexión, conectarse en compañía, revisar los contenidos consultados, mejorar la autoestima y propiciar las relaciones en la vida real.
“No podemos demonizar las redes sociales e Internet, pero hay que tener cuidado con su interferencia en algunas personas. Aún hay muchas dudas e incertidumbres, porque no es lo mismo que otras adicciones como las drogas. Es un campo nuevo con pocos textos en español y sin estudios controlados, si bien comienza a ser emergente porque ya hay demandas de atención por parte de familiares”, concluyó el experto.
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