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Robert Cowen: “El problema no es en qué falla el informe PISA técnicamente, sino políticamente”

jueves 08 de mayo de 2014 - 14:30 GMT+0000

Para el especialista en educación comparada y profesor emérito de la Universidad de Londres Robert Cowen, “el problema con el Informe PISA no es lo que falla en él técnicamente, sino políticamente”. En su opinión, esta evaluación que compara los sistemas formativos de diferentes países es una herramienta más para sentar en la sociedad el proceso de globalización económica, pues pretende imponer un determinado modelo de lo que se debe impartir en los centros docentes y qué habilidades deben adquirir los ciudadanos del futuro para mantener ese sistema.

Cowen ha sido el protagonista de la tercera edición de la Conferencia Brian Simon celebrada anualmente en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna, promovida gracias a la colaboración establecida desde 2011 con el Instituto de Educación de la Universidad de Londres.

En el acto de presentación de esta conferencia estuvieron presentes el vicerrector de Investigación e Internacionalización, Rodrigo Trujillo; el profesor del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje, Antonio Canales; y el director de la Cátedra Brian Simons del Instituto de Educación de la Universidad de Londres, Gary McCulloch.

Educación comparada

Robert Cowen comenzó su disertación reflexionando que la educación comparada, su ámbito de investigación, es un concepto que todo el mundo parece saber lo que es. “Podemos coger el sistema educativo de Francia y de Alemania, confrontarlos, ver en qué se parece y, efectivamente, estaremos comparándolos. Peor eso es una concepción limitada y atrasada, un modelo de hace 25 años”, explicó.

Para él, está demostrado que esa idea de observar qué funciona en un determinado sistema educativo e intentar trasladarlo en otro diferente no funciona en la práctica. En ese proceso, que es el que de algún modo defiende el modelo PISA, no se tienen en cuenta las peculiaridades históricas y sociales de cada país, por lo que suele ocurrir que lo válido en un lugar no resulta eficaz en otro. “En educación, si algo se mueve, cambia”, sentenció.

Para el experto, el concepto científico de la educación comparada sería, justamente, comprender el cambio de forma que experimenta la educación cuando se mueve de manera trasnacional, un proceso que tiene que ver con la cultura, peor también con la economía, y forma parte del poder social.

Cowen ejemplificó ese proceso de tres fases (transferencia, traducción y transformación) con el sistema educativo japonés que fue impuesto tras la Segunda Guerra Mundial por EE.UU. Inicialmente, se trataba de un sistema idéntico al americano, que había sido “transferido y traducido”. Sin embargo, décadas después las dinámicas socioculturales internas del país asiático transformaron su estructura.

Para el experto, el modelo PISA se basa en la concepción antigua de la educación comparada. Yuxtapone varios sistemas educativos, señala diferencias y similitudes e incluso aporta soluciones. “Plantea que no hay alternativa, y que si ‘fallas’ en la evaluación, no hay problemas porque ellos te van a decir qué tienes que hacer para solucionarlo. De este modo, define el futuro de la educación, la economía y un cierto sistema social”.

Por ello, para el ponente PISA está directamente relacionada con la noción de globalización, la cual se da ya como un hecho irrefutable e inevitable. Pero, en su opinión, es pertinente cuestionarse por qué hay dinero para este informe, qué se pretende.

Como conclusión, Cowen recomendó la obra de varios autores que han reflexionado sobre estas cuestiones. Así, señaló los libros PISA, Power and Policy, de los autores Meyer y Benavot, y Languages of Education, de Daniel Tröhler, así como un número monográfico de la revista alemana Comparative Education que saldrá publicado en otoño de 2014.
 


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