Josep Manel Torres Solá, coordinador de la evaluación institucional y de programas de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Cataluña (AQU) impartió ayer, jueves 30 de junio, y hoy, viernes 1 de julio, dos conferencias en al Universidad de La Laguna, dirigidas a los responsables académicos y de gestión de los estudios de posgrados y doctorado del centro docente, en las que detalló la acreditación de titulaciones tal y como se realiza en su organización. A si juicio, este proceso es algo más que un trámite burocrático, y pude aportar valor añadido a los estudios universitarios.
El especialista ha venido a la ULL invitado por la Escuela de Doctorado y Estudios de Posgrados, cuyo director, Ernesto Pereda, fue le encargado de presentar la ponente. La vista contó con la financiación del Vicerrectorado de Docencia, con cargo al programa institucional de formación del profesorado
Torres Solá ha estado explicando cómo entiende su organización e proceso de acreditación, qué acciones deberían llevarse a cabo para que sea de utilidad y no se aprecie como un proceso burocrático. “Lo que pretendemos es que estos procesos puedan servir para que realmente haya una mejora en las titulaciones. Que ayude a reflexionar sobre aquello que han hecho cada curso académico, aquello que funciona e intentar mejorar aquello que pueda presentar mayores dificultades”.
Este proceso va a comenzar a aplicarse también a los programas de doctorado, tras la modificación que experimentaron en 2011 para adaptar su estructura al Espacio Europeo de Educación Superior
La AQU lleva funcionado desde hace dos décadas, antes incluso de que se conformaran el EEES y la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA). Inicialmente era un consorcio de todas las universidades catalanas y el gobierno autonómico que realizaba informes y realizaba recomendaciones sin carácter legal o vinculante. En esa primera etapa trabajaban siete personas; en la actualidad son ya cuarenta y posee competencias de carácter legal sobre los títulos y la evaluación del profesorado.
Aunque es cierto que los procesos de acreditación vienen impuestos desde el estado o la comunidad autónoma, el experto cree que las universidades pueden adoptarlos de manera autónoma. “Yo aconsejaría a las universidades que tuvieran el sistema que les resulte mejor a cada una. El ministerio o la agencia local correspondiente van a tener su proceso, habrá que ver cómo encajar en ellos, pero siempre teniendo en cuenta que la universidad tiene que resultar beneficiada. Creo que si las instituciones académicas tienen en cuenta que el proceso tiene que servir para la mejora, es fácilmente adaptable a lo que pida la ANECA”.
Torres Solá admite que la aceptación de la “cultura de la calidad” en la que se inscribe la acreditación no se produce desde el primer día y puede haber rechazo hacia su aspecto burocrático. “Mi objetivo, y creo que el de todas las agencias, es intentar que los procesos no sean burocráticos y las universidades van la utilidad que tiene para la mejora de sus titulaciones. Es un proceso de aceptación paulatina”.
La AQU colabora con la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación ya que forman parte de la red de agencias españolas de calidad, en la cual se intercambian experiencias y se establecen criterios de evaluación comunes. “Todo lo que hacemos en acreditación es consensuado con todas las agencias, los criterios los pusimos entre todos y se aplican de manera idéntica en todas las comunidades y por ANECA”.