Investigadores del grupo de Química Analítica Aplicada de la Universidad de la Laguna publican en la revista Science of the Total Environment los primeros datos sobre la presencia de microplásticos (MPs) en suelos agrícolas de Canarias, concretamente de la isla de Fuerteventura. Este estudio representa la continuación del Trabajo de Fin de Grado sobre esta materia en suelos realizado por la estudiante del Grado en Ciencias Ambientales Raquel Pérez Reverón, primera autora del artículo, y tutorizado por los profesores Javier Hernández Borges y Francisco Javier Díaz Peña.
En los últimos cinco años numerosas investigaciones han demostrado que el grado de afección de los ecosistemas terrestres debido a la contaminación por microplásticos podría ser varios órdenes de magnitud mayor que en los océanos. Estos estudios han revelado que la presencia y acumulación de MPs en los suelos puede afectar a diversos procesos físicos, químicos y biológicos, todos ellos extremadamente importantes para el desarrollo de numerosos servicios ecosistémicos atribuidos a los suelos. Muchos de estos efectos nocivos no solo están directamente relacionados con las propias partículas de este material, sino también con la posible liberación de aditivos plásticos tóxicos o por contaminantes persistentes y emergentes que pueden ser retenidos en su superficie mediante diferentes mecanismos.
En particular, los suelos agrícolas constituyen uno de los sumideros de MPs más relevantes en los ecosistemas terrestres, debido por un lado a la gran cantidad de productos plásticos utilizados en la agricultura convencional (por ejemplo, acolchados, cubiertas de invernaderos, material de embalaje y riegos), que eventualmente se degradan en el campo y se transforman en MPs, y por otro lado a la aportación realizada a través de la aplicación de lodos de depuradora, compost y otras enmiendas orgánicas, así como con las aguas de riego.
En este trabajo se evaluó la presencia de MPs en dos tipos de suelos agrícolas de la isla de Fuerteventura regados durante cuatro años con aguas residuales depuradas y con aguas subterráneas desalinizadas. Tanto en las aguas como en los suelos los MPs encontrados fueron clasificados atendiendo a su tamaño, color y forma para, posteriormente, identificar su composición mediante microscopía FTIR en la Universidad Autónoma de Madrid.
Los resultados mostraron la presencia predominante de microfibras celulósicas (no plásticas) y poliéster de colores azul y transparente, con una longitud promedio de 787 μm en las muestras de agua. El agua subterránea presentó la concentración más baja de MPs (2,0 ± 2,0 partículas L-1) mientras que en el agua depurada se alcanzaron concentraciones de hasta 40,0 ± 19,0 partículas L-1. Los tipos y tamaños de microplásticos encontrados en la capa superior de los suelos regados coincidieron en gran medida con los observados en las aguas, y la concentración fue tres veces mayor en los suelos regados con agua depurada que en los regados con aguas subterráneas. Además, no se observaron MPs en suelos no regados ni cultivados, lo que sugiere que las actividades agrícolas podrían ser la principal fuente de este contaminante en suelos alejados de núcleos urbanos.
Los resultados ponen de manifiesto que las aguas depuradas constituyen una fuente potencial de microplásticos en suelos regados, lo que debe considerarse entre otros potenciales problemas y beneficios relacionados con el uso de esta calidad de agua en tierras agrícolas de regiones áridas. Estos datos plantean un nuevo desafío en la economía circular, ya que la reutilización de las aguas residuales depuradas constituye una actividad fundamental en territorios áridos como Fuerteventura, donde la disponibilidad de recursos hídricos es muy limitada. Por tanto, se requieren más estudios que evalúen a medio y largo plazo la eficacia en la eliminación de este material en las plantas de tratamiento y su potencial acumulación en suelos agrícolas.