Investigadores de la Universidad de La Laguna participan en un proyecto Erasmus+ sobre pedagogía penitenciaria, «The chrysalis and the butterfly», a través del cual pretenden, con universidades y asociaciones de otros seis países europeos, ofrecer a la población reclusa la capacidad de tener una experiencia creativa mediante la escritura y el arte, utilizando en muchos casos el relato autobiográfico para analizar el pasado y planificar el futuro como personas libres. Se trata, en cualquier caso, de otra forma de afrontar el periodo de reclusión.
Recientemente ha tenido lugar en este centro académico la reunión de todos los socios, en la que se expusieron los diferentes avances y publicaciones al amparo de este proyecto. El propio vicerrector de Investigación y Transferencia, Ernesto Pereda, valoró la amplia participación en esta iniciativa, conformada por siete países (Italia, España, Portugal, Francia, Holanda, Eslovenia, Croacia), algo que no suele ser habitual. También destacó la propuesta de trabajar con personas en condiciones de aprendizaje muy difíciles, y el hecho de que proyectos como estos ofrezcan a esta población reclusa la oportunidad de formarse, de crecer intelectualmente y de sentirse libres en un contexto muy complicado.
El investigador principal, Sebastiano Rizza (Italia), explicó que el equipo creado hace dos años trabaja en un clima de colaboración muy intenso, y destacó que la Universidad de La Laguna, con el equipo de investigación PEDACRI coordinado por la profesora Mª Lourdes González-Luis (Kory), es una socia muy proactiva, no en vano ayudó a la redacción del proyecto. Se trata de una iniciativa que pretende servir de herramienta de ayuda para los equipos de dirección y gestión de las instituciones penitenciarias, pero también para los propios presos y presas. “Es una oportunidad para que esta gente cambie su vida”, aseveró.
El experto destacó que enseñar en una cárcel no es una tarea sencilla, ya que todo depende de factores cambiantes –tipo de cárcel, cuidadores, personas privadas de libertad- y que la situación cambia de un momento a otro. “Hay que estar preparado para adaptar la enseñanza cada día a este tipo de situaciones”. El propósito de todo ello es motivar a los reclusos y reclusas, aumentar su autoestima. También señala como muy destacado que las personas privadas de libertad piensen en su futuro fuera de la cárcel, que planifiquen lo que quieren hacer. Y para todo ello se usa la metodología de la autobiografía. Agregó que la participación de universidades, instituciones y voluntarios permite contar con puntos de vista muy variados, que enriquecen el debate y el propio programa.
El presidente de la asociación lusa de educadores de prisiones, José Pinto, centró su intervención en un reciente libro editado al calor de este proyecto, y en el que se da cuenta de la educación penitenciaria llevaba a cabo en países tan diferentes como Francia, Eslovenia, Mozambique o Brasil, al tiempo que contiene narrativas en primera persona de los protagonistas de este proyecto, los presos y presas.
La educación, un acto político
Mª Lourdes González Luis (Kory), del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje, dirige el equipo de la Universidad de La Laguna “Pedagogía Crítica” (PEDACRI) vinculado a este proyecto, y formado por Andrés González-Novoa, Pedro Perera Méndez, Mª Daniela Martín Hurtado y la doctoranda Tatiana Castañeda. Puso en valor la pedagogía y el arte como “vehículos contra la crueldad”. Con un discurso muy personal, la investigadora agregó que estamos hechos de cuerpos concebidos como sistemas de control y vigilancia que regulan desde modelos éticos, peligros acechantes o castigos, pero que también atienden a modelos estéticos, patrones de gustos o formas de expresión. “El sistema nos dicta cómo vivir o morir y nos enseña a desear”. La humanidad se convierte así en un conjunto de “máquinas deseantes”, sostuvo la profesora.
Hasta tal punto es así que las personas llegan incluso a desear la represión, “las máquinas aislantes”, operando como arquitecturas de la soledad o de la invisibilidad. “La educación neoliberal impulsa campañas de adoctrinamiento y domesticación, que dictan lo que es normal y lo que no”, induciendo la conformación de islas humanas de egoísmo, enajenamiento social escudado en la prevención, el miedo al otro y la inmunidad, por encima del impulso creador de comunidad.
En opinión de la experta, el cuerpo se erige en el terreno esencial de lo político. Los problemas sociales desafían la ciencia, la técnica, la historia, la lengua, la educación, el arte. “El reto es unir conocimientos frente a realidades complejas”, por lo que la experta abogó por buscar ecosistemas de valores compartidos. También hizo hincapié en que el aprendizaje sucede en cualquier momento y que las habilidades para relacionar, contrastar o discriminar hacen que el aprendizaje deba realizarse en torno a grandes preguntas. Por eso, afirmó, “el acto educativo debe ser concebido como un genuino acto político, de tal forma que la educación sirva para cambiar el orden de las cosas”.
En opinión de González-Luis, la pedagogía y el arte constituyen los dos grandes ámbitos de este proyecto, con un fin creativo en medio del conflicto, “apostando por una cultura de vida, de libertad, de paz y de dignidad”.