La ciguatera es una intoxicación que puede afectar a los humanos por consumo de pescado que se ha contaminado al alimentarse de microalgas productoras de ciguatoxinas. Estudiar la distribución de estas microalgas marinas es de suma importancia para conocer sus efectos toxinológicos, y a ello es a lo que se dedica Leyberth José Fernández Herrera, del laboratorio de toxinas marinas del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste ubicado en La Paz (México), que en estos momentos está realizando una estancia de dos meses en la Universidad de La Laguna.
El biólogo está en la institución tinerfeña en calidad de profesor invitado por la investigadora del Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González (IUBO) Sara García Davis, adscrita al Grupo de Productos Marinos y entre cuyas líneas de investigación está, precisamente, el estudio de toxinas marinas, incluyendo su biogénesis y mecanismos de acción, así como la búsqueda de compuestos de origen marino con interés para la industria biotecnológica y la bioprospección de microorganismos marinos de Canarias, para saber cuáles hay y para qué sirven.
Como explica el investigador invitado, las microalgas productoras de estas toxinas se distribuyen por todo el planeta en las áreas con climatología tropical como es el caso tanto de Canarias como de México. El área concreta de la ciudad de La Paz, bañada por el Mar de Cortés, comparte con Canarias la presencia de varios endemismos que la hacen una zona muy peculiar. “Es importante la comparación, ese intercambio de investigación y de aproximación entre nuestras dos zonas geográficas”.
La investigación ha buscado aislar algunos dinoflagelados del género Gambierdiscus presentes en ambas costas y, gracias a ella, ya se ha podido reunir una colección de unas doce cepas aisladas de las algas unicelulares conocidas como dinoflagelados que producen estas toxinas, y ahora se va a proceder a su caracterización química y a analizar sus implicaciones ecológicas.
Ya se conocen algunas de las características de estos organismos, pues los grupos de investigación implicados tienen experiencia en este campo de investigación. Sin embargo, es importante evaluar el potencial de estas nuevas cepas, de las cuales aún no se conoce su perfil químico o toxicológico, si bien ya se ha probado que producen toxinas potentes.
La investigadora del IUBO explica que el estudio de estas microalgas puede tener diversas derivaciones: la detección de las toxinas en sí, muchas de las cuales producen efectos musculares y diarreicos; también la búsqueda de compuestos de tamaño pequeño, que son los que suelen utilizar para la industria farmacéutica; y finalmente su uso en acuicultura y demás. “El enfoque del estudio depende de las características químicas y biológicas de los compuestos”.
Fernández Herrera explica que encontrar un antídoto para la intoxicación de ciguatera es complejo por la propia naturaleza de estas toxinas, pero su estudio permitirá, al menos, aprender a “manejarla” cuando se produzca un brote. Sobre ello, García Davis reflexiona que estos estudios pueden servir para la toma de decisiones de las instituciones en determinados casos: “Si nosotros detectamos en una zona gran cantidad de estos organismos tóxicos, se pueden tomar medidas para regular el consumo de los pescados susceptibles de contaminarse”.
Adicionalmente, es probable que las variaciones en las condiciones de los océanos producidas por el cambio climático hayan incrementado el desarrollo de estas microalgas. También influyen ciertas prácticas humanas, como las descargas de aguas tratadas o algunos procesos de fertilización.
Además de su colaboración en la investigación desarrollada junto al instituto de la Universidad de La Laguna, Fernández Herrera va a impartir dos seminarios en la Facultad de Farmacia: el primero de ellos, programado para el viernes 19 de mayo a las 12:00, enfocado en su trabajo postdoctoral sobre el efecto de estas toxinas y cómo afectan a algunos peces de cultivo a nivel genético; y el segundo, sobre su especialidad de doctorado, que es la interacción de estas microalgas nocivas cuando están compitiendo en condiciones de laboratorio, así como algunos mecanismos que se activan a nivel celular.
Los dos investigadores llevan colaborando desde 2019, cuando Fernández Herrera realizó una primera estancia doctoral, a la cual han seguido otras visitas posteriores, como la que le ha traído en 2023 nuevamente al IUBO. Dentro de este trabajo común, el científico del centro mexicano se centra en lo referido a la ecología y el estudio de las interacciones entre estas microalgas tóxicas y sus mecanismos de acción, mientras que su colega de la Universidad de La Laguna lo hace en la vertiente química.