Numerosos estudios arqueológicos, lingüísticos y genéticos sitúan el origen geográfico de los aborígenes canarios en el norte de África. Sin embargo, aún existen muchas incógnitas por resolver: ¿cómo se produjo la colonización inicial del archipiélago? ¿Existieron migraciones entre islas? ¿Cómo evolucionaron las poblaciones insulares a lo largo del tiempo? Investigadores de las universidades de La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, Copenhague (Dinamarca) y Stanford (Estados Unidos), junto a los museos insulares canarios, la empresa Tibicena y el Instituto Max Planck (Alemania), han desarrollado un proyecto de colaboración internacional en el que se han aplicado métodos paleogenómicos al análisis de los aborígenes canarios, incluyendo por primera vez individuos de todas las islas, con el objetivo de entender cómo el aislamiento y la insularidad afectaron a su composición genética.
Los resultados de este trabajo, publicados en la revista científica Nature Communications, indican que las poblaciones aborígenes de Canarias son genéticamente similares a individuos neolíticos de Marruecos de hace 5.000 años. Esta población se caracteriza por presentar mezcla de ascendencia norteafricana y europea, resultado de la migración de poblaciones neolíticas de Europa al Norte de África.
Dentro del archipiélago se observa heterogeneidad en las poblaciones insulares, tanto en su composición genética como en su diversidad. Las islas más cercanas al continente (Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura) tenían una mayor contribución del componente asociado a las poblaciones prehistóricas de Europa, mientras que las islas occidentales (El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife) presentaban una mayor aportación del componente prehistórico del norte de África, lo que apuntaría a un modelo de colonización más complejo del que se planteaba hasta ahora.
Dado que el impacto de las migraciones neolíticas europeas en el norte de África no fue homogéneo, este resultado se puede explicar de dos formas: las migraciones humanas que afectaron al archipiélago fueron asimétricas, con algunas arribadas llegando sólo a una región; o que las poblaciones que colonizaron las regiones orientales y occidentales del archipiélago procedían de regiones diferentes del norte de África.
Javier G. Serrano, del Departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética de laUniversidad de La Laguna y autor principal del estudio, explica que un aspecto importante de este trabajo es el uso combinado de datos de ADN antiguo y dataciones de carbono 14 para todos los individuos analizados. La combinación de ambas tecnologías ha permitido observar que las diferencias entre las islas orientales y occidentales parecen haber existido desde el comienzo del período de colonización aborigen, manteniéndose sin cambios a lo largo del tiempo. Esto es importante porque determina que, si existieron migraciones asimétricas entre las dos regiones, tuvieron que ocurrir al inicio del periodo de colonización aborigen.
Las islas también muestran diferencias en su diversidad genómica, lo cual informa del tamaño que tuvieron esas poblaciones humanas a lo largo del tiempo y de su posible aislamiento. Las islas más pequeñas o con menos recursos (El Hierro, La Gomera, Lanzarote y Fuerteventura) muestran una baja diversidad genética, lo que puede explicarse por un fuerte aislamiento, dando lugar a la reducción del tamaño efectivo de su población, y descartando así la posibilidad de que hubiera migración frecuente hacia estas islas.
El uso combinado de datos de ADN antiguo y carbono 14 ha permitido estimar también que la población de El Hierro, la más pequeña del archipiélago, sufrió una importante reducción del tamaño de su población en torno al siglo IX, coincidiendo con un periodo de inestabilidad climática. Teniendo en cuenta que El Hierro es una isla con recursos limitados, los cambios de temperatura y lluvias que se produjeron durante esa centuria podrían haber afectado en gran medida la disponibilidad de recursos naturales y la producción de cultivos, lo que es probable que provocara una mortandad importante. Este fenómeno no se observa en Tenerife y Gran Canaria, caracterizadas por una mayor disponibilidad de recursos y un mayor tamaño, lo que probablemente permitió a sus poblaciones adaptarse y resistir a este periodo de inestabilidad.
Rosa Fregel, del Departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética de laUniversidad de La Laguna e investigadora principal del proyecto, destaca que, de acuerdo con las recomendaciones de buenas prácticas para el trabajo sostenible con ADN antiguo, este estudio de colaboración internacional para la caracterización de la población aborigen canaria se ha liderado desde instituciones de las Islas Canarias. Esto ha permitido que, además de ampliar el conocimiento sobre esta población antigua, se haya mejorado la infraestructura científica local y se hayan desarrollado actividades de divulgación dirigidas al público general durante todo el periodo de desarrollo del proyecto.
La investigación ha sido financiada por los proyectos PALEUCOL y EXPOBIM del Ministerio de Ciencia e Innovación, el proyecto IsoCAN de Consejo Europeo de Investigación y el convenio PALEOBIM concedido por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.