Federico Navarro, de la Universidad de O’Higgins (Chile), y Natalia Ávila Reyes, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, han sido los ponentes inaugurales de la quinta edición del congreso del grupo internacional PRISEAL, que se celebra desde hoy, jueves 31 de agosto, hasta el sábado 2 de septiembre en la Sección de Náutica, Maquinas y Radioelectrónica Naval de la Universidad de La Laguna. En su ponencia conjunta reflexionaron sobre la desigualdad que supone que, como el inglés se ha convertido en la lengua franca de las publicaciones científicas, aquellos contenidos creados por investigadores de origen geográfico anglosajón tengan mayor difusión y relevancia que los originados en el cono sur, incluso si también están redactados en inglés.
Previamente a esta intervención se produjo la ceremonia inaugural, conducida por Sally Burgess, del Departamento de Filología Inglesa y Alemana y coordinadora de los comités de organización del congreso locales e internacionales, y que contó con la presencia de Isabel León Pérez, vicerrectora de Cultura y Extensión Universitaria; Ana Díaz Galán, directora del Departamento de Filología Inglesa y Alemana; Juana Herrera Santana, directora del Instituto de Lingüística Andrés Bello; Pedro Martín y Alejandro López de Vergara y Méndez, miembros del comité organizador local y coordinadores del grupo de investigación “Análisis contrastivo del discurso académico.
La vicerrectora dio la bienvenida a las personas asistentes en nombre del rector y recordó que este congreso se celebra por segunda vez en la Universidad de La Laguna, que ya acogió su primera edición en 2007. También hizo suya la reflexión de varios investigadores sobre el hecho de que prestar atención a la investigación en otras lenguas además del inglés supone no solamente una cuestión de imagen para las universidades, sino una misión social, pues permite devolver a la sociedad los recursos que ésta ha prestado.
También recordó que en esa primigenia edición de 2007 se redactó el Manifiesto de Tenerife, en el cual también se abogaba por un acceso a la investigación de una manera más abierta e inclusiva, unas reflexiones se han ido enriqueciendo y refinando en las ediciones posteriores del congreso, celebradas en Katowice (Polonia, 2011), Coimbra (Portugal, 2015) y Reykjavik (Islandia, 2018).
Por su parte, la directora del Departamento de Filología Inglesa y Alemana señaló la relevancia de acoger esa reflexión sobre la prevalencia de ciertos idiomas en un momento especialmente crítico, tras la crisis de la Covid-19 y al advenimiento de la inteligencia artificial.
Repensando el inglés como lengua franca
La conferencia inaugural de los profesores Navarro y Ávila estuvo titulada “Repensando el inglés como lengua franca en contextos académicos y científicos. Percepciones de la educación doctoral y la producción de conocimiento académico”, en la cual se cuestionó la justicia de que el eje norte-anglosajón tenga una relevancia e influencia tan crucial en el ámbito de las publicaciones científicas de impacto. Y, en coherencia con el contenido de la ponencia, ésta fue expuesta tanto en español como en inglés de manera alterna, con los subtítulos pertinentes.
La reflexión de apertura definió la “colonialidad” como una entidad más allá de la ocupación bélica y territorial, entendida como un modo de dominación en el campo epistemológico y simbólico que, en la actualidad, se ha concretado en un paradigma eurocéntrico y estadounidensecéntrico dependiente del idioma inglés. Ya en 1980 Willy Brandt estableció la división sociocultural norte y sur que, salvo alguna modificación reciente -como es el aumento de la relevancia de China- permanece inalterada.
Esta situación global provoca que todo contenido generado en inglés en los países del norte suponga una especie de “punto cero”. Por ejemplo, si un grupo de investigadores australianos realiza un estudio que utiliza fuentes australianas y está redactado en inglés, seguramente será considerado un artículo que promueve el conocimiento global. En cambio, si un grupo de investigadores chilenos realiza una investigación igualmente rigurosa redactada en inglés, pero utilizando fuentes chilenas, se considerará un estudio local.
Esa aseveración estuvo apoyada por la propia experiencia de los ponentes, que relataron cómo un artículo elaborado por ellos sufrió eso prejuicios. Se trataba de una investigación importante, un estudio integral con treinta participantes financiado con 75.000 dólares por el gobierno chileno. Fue enviado a dos publicaciones con alto impacto en el índice Web of Science del área de lingüística y fue rechazada por considerar el estudio demasiado local. Finalmente, el mismo trabajo fue aceptado por una tercera revista de similar relevancia, solamente después de sus autores utilizaran varias estrategias “para ocultar la ubicación” del estudio. Por ello, Navarro fue claro: “Existe un patrón por parte de las revistas. Queremos que cambien ese patrón. Lo necesitamos”.
Esa situación está provocando que, aunque sea injusto, los países no angloparlantes ofrezcan una buena formación en inglés para que sus futuros investigadores puedan desenvolverse en contextos internacionales. Hay países, como los de la Europa del este, que ya han claudicado y ofertan sus doctorados directamente en inglés, pero en América Latina todavía hay resistencia, en parte porque el español, con 485 millones de hablantes, es el segundo idioma materno más hablado. Como señaló Ávila, se trata de “la lucha por validar la lengua propia como lengua de conocimiento”. Por ello, puso en valor la iniciativa de biblioteca electrónica SciELO, que incluye revistas de impacto en idiomas diferentes al inglés que también están presentes en el Web of Science, como una herramienta para luchar contra esa hegemonía.