Los grupos pastoriles del sur de la península Ibérica aplicaron ya a inicios del Neolítico diferentes estrategias de gestión de sus rebaños, con distintos patrones de reproducción, alimentación y desplazamiento, en función de sus necesidades ecológicas y productivas. Así lo indica un estudio liderado por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) que ha reconstruido las prácticas ganaderas de los primeros grupos pastoriles ocupantes de la Cueva de El Toro (Antequera, Málaga), hace 7.200 años, con el fin de explorar sus estrategias de pastoreo y los factores socioeconómicos que pudieron influir en estas.
En el estudio, publicado en la revista PLOS ONE, han participado investigadores del Departamento de Prehistoria de la UAB, así como de la Universidad de La Laguna (Dolores Camalich Massieu), Institución Milà i Fontanals de Investigación en Humanidades (IMF-CSIC), la Universidad de Cardiff y el Museo de Historia Natural de París.
La economía agrícola en la península Ibérica durante el Neolítico se desarrolló muy rápidamente, hace entre 7.600 y 7.400 años. Pero la información específica sobre las estrategias de pastoreo de las primeras comunidades neolíticas, especialmente en el sur, era limitada, debido principalmente a la dificultad de investigar estas prácticas de manejo en un mismo sitio y en un período de tiempo arqueológico tan corto.
El estudio publicado ahora ha podido reconstruir las prácticas de gestión de los rebaños, incluidas de movilidad altitudinal, en un mismo yacimiento y con una resolución temporal muy precisa. Mediante dataciones radiocarbónicas de alta resolución de ocho piezas dentales de ovejas de la Cueva de El Toro y análisis de los isótopos estables de carbono y oxígenos fijados en el esmalte, los investigadores han podido constatar que los animales fueron gestionados en la Cueva a lo largo de un período de solo 240 años, durante la expansión del Neolítico por la península Ibérica, y establecer sus regímenes de alimentación.
Los resultados muestran que las comunidades pastoriles aplicaron diferentes patrones de cría —en otoño, invierno y primavera—, y controlaron la reproducción del ganado; alimentaron a los animales con diferentes plantas a lo largo del ciclo anual, con un consumo en verano de especies típicas de zonas salinas por parte de algunos ejemplares, y los pastorearon a diferentes altitudes y en zonas de montaña. Esta gran variabilidad indica que, probablemente, cada oveja fue pastoreada de forma diferente, y se pudieron aplicar distintas pautas dentro de un mismo rebaño.
Estos hallazgos cuestionan la percepción previa de la homogeneidad en el manejo del ganado en los inicios del Neolítico en el Mediterráneo Occidental y refuerza la hipótesis de la complejidad de las primeras poblaciones neolíticas del sur de Iberia. «Las diversas estrategias de pastoreo que hemos hallado encajan en el modelo económico propuesto para las comunidades del Neolítico antiguo del sur de la península Ibérica, que han sido consideradas como comunidades pastoriles de gran movilidad», señala Alejandro Sierra, investigador de la UAB que ha coordinado el estudio.
La variabilidad identificada se explicaría como una respuesta adaptativa de las primeras sociedades agrícolas y ganaderas por razones diversas y no inconexas entre sí, como un mejor acceso a los recursos, cambios en las condiciones climáticas o a las características socioeconómicas dominantes en cada sitio. En este sentido, el estudio publicado ahora «puede tener implicaciones más amplias para comprender la adaptabilidad de las primeras comunidades agrícolas y ganaderas al inicio del Neolítico en la península Ibérica», señala María Saña, investigadora de la UAB y coordinadora de la investigación.