La Cátedra de Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad ha publicado recientemente un artículo en la revista International Journal of Climatology acerca del análisis de las noches tropicales en España en el periodo comprendido entre 1970 y 2023, con especial incidencia en el mínimo de temperaturas como indicador del cabio climático. La publicación está firmada por Pedro Dorta, director de la Cátedra, Abel López-Díez, Jaime Díaz-Pacheco y Jordan Correa.
La idea era caracterizar las conocidas como noches tropicales, es decir, aquellas cuya temperatura no desciende por debajo de los 20°C. Se trata de un indicador muy utilizado, dada la relación demostrada entre mortalidad y elevadas temperaturas nocturnas; el calor durante la noche afecta al sueño y al descanso individual y, en consecuencia, a la salud de las personas, especialmente de aquellas que presentan algún tipo de patología previa.
Metodológicamente, el equipo investigador ha obtenido y homogeneizado los registros diarios de temperatura mínima y humedad de 75 estaciones meteorológicas repartidas en 44 provincias diferentes. Nueve de las estaciones se emplazan en Canarias, lo que ha permitido comparar la situación del archipiélago con la del resto del territorio nacional, algo no muy frecuente hasta ahora en este tipo de trabajos, a pesar de tratarse, paradójicamente, del espacio más tropical de toda España.
De los resultados pueden destacarse algunas cuestiones. Al realizar una agrupación de los datos de temperatura mínima de las 75 estaciones según su grado de similitud, se obtienen siete grupos (o clusters, técnicamente) diferentes: Noroeste, Norte-Interior, Interior, Mediterráneo, Sudeste, Sudoeste y, finalmente, Canarias. Cada uno de estos grupos presenta características diferentes en lo que se refiere a sus temperaturas mínimas o nocturnas.
En todas y cada una de las 75 estaciones analizadas se ha registrado, desde 1970, un aumento de la temperatura mínima. La tendencia creciente presenta un grado de significación estadística superior al 99% en todos los casos. El aumento térmico es superior en el interior y el sudoeste, y es muy inferior en Canarias (en algunos lugares de las islas, el calentamiento producido es menos de la mitad que en el interior ibérico).
En cuanto a las noches tropicales, estas son muy frecuentes tanto en Canarias como en el Sudoeste peninsular y, en menor medida, en la costa mediterránea. En Canarias, aproximadamente un tercio de las noches de todo el año pueden considerarse tropicales. “Hemos pasado de una frecuencia media anual de noches tropicales de 67 en la década de 1970 a 126 en los tres primeros años del actual decenio”, relatan los investigadores. Por el contrario, en el Noroeste y en el Norte-Interior, las noches tropicales son todavía muy esporádicas.
A pesar de esta panorámica general, en Canarias hay grandes contrastes que se vinculan directamente a la altitud; en las costas las noches tropicales son muy frecuentes, pero a medida que se asciende estas son, por lo general, más ocasionales. Por ejemplo, en Tenerife la capital presenta una altísima frecuencia de noches tropicales (más de 150, en algunos años recientes), frente a lo observado en el Aeropuerto de los Rodeos y, por supuesto, Izaña (a más de 2000 metros sobre el nivel del mar), donde constituyen un fenómeno totalmente excepcional, aunque por desgracia cada vez más frecuente.
Canarias también destaca por el período en el que pueden aparecer este tipo de noches. Si bien en amplios sectores peninsulares las noches tropicales son un fenómeno prácticamente exclusivo del verano o de los meses adyacentes, en las islas la temporada en la que estos eventos aparecen es mucho más amplia (desde mayo a noviembre).
También se ha incrementado el número de noches tropicales consecutivas en toda España; Canarias, una vez más, destaca como una región en la que pueden registrarse noches tropicales durante varias semanas e, incluso, meses, consecutivos. Así, en esta región las noches tropicales suelen ser húmedas, al igual que en la mayoría de sectores costeros de la península. Sin embargo, en el interior del país las encontramos mucho más secas.