La historiadora y antropóloga de la educación mexicana Oresta López, adscrita al Colegio de San Luis, presentó en Campus América 2024 un proyecto de investigación que ha abordado determinados saberes ancestrales de comunidades indígenas de su país vinculados al embarazo, el parto y la crianza, desde una perspectiva participativa inclusiva y alternativa a la visión académica más ortodoxa. Ello es reflejo de la posición crítica que ella y otras muchas investigadoras mantienen acerca de la tradición universitaria occidental, que suele mirar con desdén este tipo de fenómenos vinculados a comunidades minoritarias.
López ha sido la invitada principal del seminario “Género, saberes y metodologías interculturales e interseccionales en América Latina: indigenismo, interculturalidad, feminismos negros y diversidad sexual”, que comenzó ayer, miércoles 9 y se prolongará hasta el viernes 11 de octubre en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. Este foro que dirige la catedrática de Teoría e Historia de la Educación Teresa González Pérez es uno de los que más interés ha suscitado del programa de Campus América 2024, con 80 inscripciones online y 27 presenciales.
La profesora Oresta López explicó que, durante la pandemia de Covid-19, en México se vivió una situación inusitada: ante la imposibilidad de poder acudir a los hospitales y centros de salud, muchas mujeres recuperaron en sus hogares determinadas prácticas propias de las comunidades indígenas para afrontar sus embarazos. Unos saberes ancestrales que afloraron y volvieron a poner en primera línea a parteras, nanas y sabedoras.
La antropóloga decidió estudiar este fenómeno aprovechado, además, que la nueva política científica del gobierno mexicano está apoyando los estudios humanísticos y sociales, y también aquellos que se centren en la recuperación de la memoria. Además, explicó que era una oportunidad para poner en práctica en el seno de la academia otras metodologías que se alejan de las impulsadas durante el periodo neoliberal que las universidades han experimentado en las últimas décadas no solo en México.
“Es diferente hablar desde una comunidad indígena que desde una universidad”, reflexionó la ponente. “Hay que plantearse el impacto de la colonialidad en las universidades, y eso vale también para las instituciones europeas. Analizar si la mirada colonialista debería revisarse en la academia cuando observa la alteridad indígena y de las desigualdades”.
Para poner en marcha el proyecto, reunió a un grupo con mucha presencia femenina y étnicamente diverso, con investigadoras indígenas y no indígenas, todas ellas con estudios superiores. Con un enfoque intercultural, intergeneracional, con perspectiva de género y ética comunitaria, el estudio recoge los testimonios de 40 parteras de diferentes regiones mexicanas, para desvelar su conocimiento y diseñar una pedagogía adecuada para difundir esos saberes -como le gusta denominarlos a López- no solo entre las comunidades indígenas a través de medios como las radios populares, sino también entre jóvenes profesionales de la salud, la educación y la comunicación en formación, para que esa sabiduría ancestral permee en toda la sociedad.
El proyecto resultante ya está online bajo la denominación de “Repositorio digital de los saberes de mujeres y comunidades indígenas sobre el embarazo, el nacimiento y la crianza” y es un ejemplo práctico de ese afán por “descolonizar la academia”. La ponente puso en valor que para llevar a cabo este proyecto, muchos de sus talleres, diálogos y otros modos alternativos que sustituyen a las tradicionales encuestas y grupos focales, provinieron de las metodologías feministas, que le enseñaron a “dialogar de otras formas” y de un modo más horizontal.
La perspectiva de género no es baladí al hablar de gestación, parto y nacimiento no solo por el obvio componente femenino, sino porque, desde esa perspectiva anticolonial, la experta pone sobre la mesa de debate el concepto de “cuerpo-territorio”, dado que los procesos de colonialismo se han producido tanto sobre la geografía como sobre la propia anatomía femenina, un doble dominio que ha afectado especialmente a las mujeres.
Sueños y legislación
La segunda participante del día fue Sonia Montecino, de la Universidad de Chile, que por un problema de agenda de última hora no pudo participar en directo ni siquiera telemáticamente, y envió una grabación con su intervención, centrada en los sueños como un hecho compartido por las comunidades que puede ser estudiado desde la antropología y la sociología.
La ponente basó gran parte de su intervención en su relacional persona con la curandera o “machi” de la cultura mapuche Carmela Romero Antivil, quien en muchas de las conversaciones que mantuvieron se refería de manera vívida a sus sueños, que de algún modo determinaron su manera de interpretar su propia existencia. Es este un proceso común en todas las culturas y ha sido estudiado, especialmente a partir de la década de los 70 del siglo pasado.
Como señala Montecino, los sueños son “un objeto de estudio desafiante” por su multitud de variedades, y debe abarcar las diferencias que puede haber entre indígenas y no indígenas a la hora de afrontar lo onírico, pero también entre hombres y mujeres. Igualmente, es posible estudiar la existencia de “soñadores y soñadoras expertas”, así como el papel de “los hermeneutas capaces de interpretar esos sueños”.
Finalmente, la profesora titular del Departamento de Disciplinas Jurídicas Básicas de la Universidad de La Laguna Aránzazu Calzadilla disertó sobre los aspectos legales concernientes a los derechos de las mujeres en América y Europa, con una aproximación no excesivamente jurídica y más centrada en los grandes principios e ideas que subyacen en la cuestión, un enfoque que la ponente consideró más adecuado dado el perfil antropológico del seminario.
Explicó que, a nivel formal, la igualdad entre hombres y mujeres está lograda en muchos países, pero su aplicación real es una cosa bien diferente; no es de extrañar que haya un Objetivo de Desarrollo Sostenible específico sobre esta cuestión, indicador de que, pese a lo que digan los códigos, la realidad es la que es.
Calzadilla repasó las opiniones de grandes pensadores occidentales desde Sçocrates hasta Ortega y Gasset quienes, pese a sus hitos intelectuales indiscutibles, mostraban una gran misoginia, lo cual ha determinado un contexto sociocultural que explica la persistencia de la discriminación.
También resumió las principales reivindicaciones femeninas que debe afrontar el derecho, como la eliminación de la pobreza -que está feminizada-, el fin de la violencia sexual, sexista y económica; la abolición de la prostitución, los malos tratos y los abusos en el matrimonio; el derecho a una educación igualitaria o a la investigación en salud con perspectiva de género, por citar algunos de los desarrollados.