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El Campus América aborda la identidad y masculinidad en contextos rurales a través del cine

lunes 14 de octubre de 2024 - 11:57 GMT+0000

La investigadora ecuatoriana Noelia Mantilla dirigió este seminario académico-cultural.

En el marco del Campus América 2024 de la Universidad de La Laguna, la investigadora y editora Noelia Mantilla, actualmente desarrollando su doctorado en la Universidad de Maryland, analizó el contexto de la costa rural ecuatoriana en un diálogo titulado ‘Ruralidad y cine: cómo crear bajo el manto del tabú’. Durante su intervención, reflexionó acerca de las representaciones audiovisuales masculinas y las dinámicas de poder en contextos rurales, en un momento crucial donde el cine se convierte en una herramienta para explorar y desafiar tabúes relacionados con la identidad y la sexualidad.

A partir del cortometraje “Piel de Ángel”, dirigido por el cineasta ecuatoriano-venezolano William Ávila, Mantilla profundizó en cómo el cine puede ser un medio eficaz para abordar temas que han sido tradicionalmente silenciados en comunidades alejadas del discurso urbano. El cortometraje, que sirve como centro de la reflexión a la investigadora, se sitúa en un pequeño pueblo costero de Ecuador en la década de los 90.

Este escenario rural, con su mezcla de playa y campo, proporciona un telón de fondo idóneo para examinar cómo las imposiciones de los roles de género y la violencia inherente al trabajo agrícola impactan en las vidas de sus habitantes. El protagonista de esta historia, Ángel, es un niño de 12 años que, a medida que descubre su identidad y sexualidad, se enfrenta a las normas sociales restrictivas de su entorno. En este sentido, el corto se convierte en un estudio íntimo de la infancia y la adolescencia en un ambiente donde la masculinidad tradicional no solo es celebrada, sino también exigida.

Uno de los temas centrales es la tensión entre la posible homosexualidad de Ángel y el control masculino que se ejerce sobre él. En su ponencia, Mantilla explicó cómo el tío de Ángel, Vicente, lo somete a un ritual de masculinidad al llevarlo a un prostíbulo, un espacio donde las normas de género y sexualidad parecen inquebrantables. Vicente, un hombre que encarna la agresividad y rudeza típicas de la masculinidad rural, considera que este ritual, es la forma de “curar” lo que él percibe como desviaciones en la identidad del niño. A través de este acto, el corto aborda la imposición de los roles de género tradicionales, dejando a Ángel en una posición vulnerable y sin agencia para decidir sobre su propio cuerpo y deseos.

Sin embargo, la complejidad del personaje de Vicente también es palpable en la narración. Mantilla señaló que, aunque Vicente representa la dureza y rigidez de la masculinidad hegemónica, su encuentro en el prostíbulo con una mujer trans, con quien parece haber tenido una historia de amor, revela grietas en esa fachada de virilidad. Este detalle añade una capa más profunda al relato: mientras Ángel lucha por descubrir y aceptar su propia sexualidad, su tío Vicente encarna un ejemplo de cómo los hombres en contextos rurales también sufren las consecuencias de las expectativas sociales que rodean a la masculinidad.

El corto no menciona explícitamente palabras como «homosexual» o «gay», lo que Mantilla subrayó como una elección consciente. La única palabra que se utiliza para describir a Ángel es “maricón”, un término históricamente violento y humillante que resuena con fuerza en el contexto rural donde se desarrolla la historia. La ponente también destacó la importancia de la representación de personajes trans en el cortometraje, el cual supone un esfuerzo consciente por resignificar las percepciones que muchas veces han sido negativas en torno a las identidades trans en el cine.

Durante su intervención, Noelia Mantilla hizo hincapié en cómo el cine, con su capacidad estética y emocional, puede contribuir a la transformación de los imaginarios colectivos y, en particular, ayudar a naturalizar y visibilizar las identidades y experiencias que son reprimidas o ignoradas en ciertos contextos. En este sentido, el cine se convierte en un puente hacia la comprensión y el diálogo sobre las diferencias sexuales y de género. A lo largo de la ponencia, también se mencionaron títulos clave del cine ecuatoriano que han explorado estos temas, como “Mejor no hablar de ciertas cosas” (2012) de Javier Andrade, una película que aborda los rituales de masculinidad en la infancia y la adolescencia.


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