La versión peyorativa en el imaginario colectivo de la calificación de un destino turístico de litoral —o del espacio público de un área turística dentro del mismo— como “maduro”, “consolidado”, “pionero”. “estancado”, “saturado”, “con experiencia”, “en la etapa final de crecimiento” o de manera similar según la terminología de las distintas teorías evolutivas, implica la consideración de que se encuentra en un momento decisivo, crítico y de fuerte incertidumbre. Ello se debe a que el destino comienza a presentar algunos síntomas de agotamiento. Ello conlleva una pérdida de capacidad de atracción y cuota de mercado respecto a otros destinos, así como la merma de la experiencia turística que proporciona, con el consiguiente impacto sobre los principales indicadores del negocio turístico y de la rentabilidad empresarial (llegadas de turistas, número de pernoctaciones, estancia media, gasto e índices de ocupación, ingreso medio diario por habitación disponible, etc.). Por tanto, siguiendo el proceso secuencial de generación-degeneración-regeneración, esta situación puede llegar a convertirse, si no se actúa, en el preámbulo de esta última etapa, con el consiguiente declive, e incluso, si se prolonga, su decadencia. El calificativo “destino turístico obsoleto” hace referencia la anterior situación. Esta obsolescencia (física, funcional, de modelo de negocio, de modelo organizativo, formas de segmentación, canales de venta, etc.) del espacio público suele ser consecuencia del hecho de que su morfología, utilidad o funcionalidad se vuelve insuficiente o es superada por los gustos, motivaciones y exigencias de la demanda y, por ende, a las nuevas tendencias del mercado, a la que no puede adaptarse y dar una respuesta. Por su parte, la calidad de un destino turístico, un área turística o una zona (microdestino) dentro de la misma no se circunscribe únicamente a sus espacios privados (alojamientos y equipamientos complementarios o de servicios), sino también al medio urbano. Así, el espacio turístico urbano constituye el elemento que cada vez más produce una experiencia turística y permite disfrutar de todo tipo de acontecimientos, influyendo, por tanto, en el grado de satisfacción del cliente (turista) y en la imagen turística. Asimismo, la calidad del entorno urbano constituye cada vez más un importante elemento diferencial del destino. La regeneración del espacio urbano-turístico trata de establecer estrategias de transformación integrales e inteligentes. Estas deben abarcar desde la restructuración de su oferta de actividades y servicios a desarrollarse en el mismo, hasta el diseño del entorno urbano en línea con las necesidades del destino turístico entendido como producto, los requerimientos del turista (cliente) y el paradigma de la sostenibilidad, entendida como una estrategia de renovación del mismo. Además, las áreas urbanasturísticas constituyen ámbitos territoriales complejos, heterogéneos y dinámicos; ello determina que cualquier proceso de regeneración requiera su clasificación territorial, en cuanto permite identificar ámbitos de características similares que requieren soluciones análogas. Asimismo, en la medida en que la cualificación del espacio turístico está muy vinculada con la del entorno en el que se desarrolla, es fundamental conocer su realidad urbana y poder así plantear estrategias integrales, sostenibles e inteligentes de renovación que consigan transformar el destino implantado las dinámicas más adecuadas para su mejora. Para ambas cuestiones, el estudio del espacio público, a través de indicadores de sostenibilidad urbana, puede ayudar a evaluar las transformaciones y determinar el impacto de las estrategias y proyectos de regeneración. Sin embargo, aunque existen numerosos indicadores para la certificación de la calidad de los productos y servicios turísticos, sistemas de indicadores que miden la sostenibilidad de la actividad —en relación con cuestiones como la capacidad de carga, el consumo de energía o agua e incluso, el impacto social de la actividad sobre los residentes—, así como parámetros que permiten analizar la calidad del entorno urbano, éstos no tienen en cuenta algunas cualidades fundamentales necesarias para la puesta en valor del espacio urbano turístico. Ello se debe a que el turismo urbano de litoral genera ámbitos territoriales especializados, con características propias y formas singulares de urbanización que las distinguen de los espacios urbanos tradicionales. Por consiguiente, es preciso revisar los criterios para evaluar el espacio público de las áreas turísticas de litoral, sobre todo, para intégralos en los actuales paradigmas de la sostenibilidad urbana y los denominados “destinos inteligentes”. El objetivo principal de este proyecto es proponer estrategias y actuaciones integrales, innovadoras e inteligentes de reposicionamiento competitivo y regeneración de los espacios públicos de las áreas turísticas obsoletas de Canarias desde la perspectiva del producto turístico, la multifuncionalidad y la sostenibilidad urbana (en su triple vertiente). Para ello se procederá a modelizar los parámetros formales y espaciales que componen los espacios urbanos, con el fin de identificar sus características, como paso previo a la evaluación de su sostenibilidad urbana, así como el grado de eficiencia las actuaciones implementadas o previstas en planes. Este proyecto se plantea como una continuación del proyecto “Tecnologías de Información Geográfica aplicadas al análisis y diseño de propuestas innovadoras para la renovación de los alojamientos turísticos”, concedido por la Fundación CajaCanarias (convocatoria de 2015), centrado en la renovación del espacio privado de las áreas turísticas, en concreto, el alojamiento turístico.